La dermatitis atópica, también conocida como eczema atópico, es un problema de piel común en los bebés y los niños, pero que también puede acometer a los adultos.
Cuando la enfermedad fue descrita, se pensaba que era una especie de alergia de la piel, relacionada con otras atopias, como la rinitis alérgica, el asma y la alergia alimentaria; de ahí el nombre dermatitis atópica.
Sin embargo, estudios recientes han demostrado que el eczema atópico no es una enfermedad alérgica. Se parece a la aparición de un defecto genético en una proteína de la piel, lo que facilita la aparición de la inflamación crónica y los síntomas, como el picor, la descamación, la piel seca y el enrojecimiento local.
En este artículo vamos a explicar la dermatitis atópica, abordando sus causas, síntomas y tratamiento.
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Como se indica en la introducción del texto, el eczema atópico parece ser una enfermedad inflamatoria de la piel provocada por uno o más defectos genéticos en sus proteínas. El descubrimiento de estos defectos ha hecho que se abandone la teoría de que la dermatitis atópica es un proceso de origen alérgico.
Como todos sabemos, la piel es el órgano responsable de crear una barrera entre el interior de nuestro cuerpo y el medio externo. Ella es nuestra primera línea de defensa contra agresiones del medio ambiente. Una piel intacta impide que los microbios y sustancias irritantes logren alcanzar el interior de nuestro organismo.
La permeabilidad de la piel está determinada por una compleja interacción entre proteínas y células naturales de la propia piel. Cualquier perturbación de estos componentes, ya sea por defectos genéticos, traumas, disminución de la humedad, alteración de pH o infección, puede interferir con la capacidad de la epidermis para actuar como una barrera efectiva. La ruptura de la barrera de la piel permite que los incontables agentes irritantes del medio ambiente puedan penetrarla y entrar en contacto con las células del sistema inmunológico que se encuentran justo debajo de la piel. Esta interacción entre sustancias irritantes absorbidas y el sistema inmunológico conduce a la liberación de mediadores pro-inflamatorios, produciendo los hallazgos clínicos y patológicos de dermatitis atópica.
De la misma forma que la ruptura de la barrera y el aumento de la permeabilidad facilitan la invasión por sustancias irritantes, también permite una mayor evaporación del agua de la piel, dejándola más reseca. El resecamiento provoca grietas en la piel, lo que colabora aún más para la ruptura de la barrera contra el medio externo, exacerbando los síntomas de la dermatitis atópica. Se crea así un ciclo vicioso.
La dermatitis atópica es una enfermedad típica de los bebés y los niños, pero también puede ocurrir en los adultos. El 85% de los casos aparecen en los primeros 4 años de vida; en más de la mitad de éstos, la inflamación desaparece sola con el paso de los años. Hasta la adolescencia, alrededor del 60 al 80% de los pacientes ya no presentan más eczema.
En general, los adultos con dermatitis atópica son individuos que traen la enfermedad desde la infancia. Sólo el 1% de los adultos presenta dermatitis atópica con inicio después de la adolescencia.
El eczema atópico se puede dividir en tres etapas:
- Fase infantil (3 meses a 2 años de edad).
- Fase pre-puberal (2 a 12 años de edad).
- Fase adulta (a partir de 12 años de edad).
El cuadro clínico de la dermatitis atópica cambia según la fase de la enfermedad.
1- En la fase infantil, el cuadro es de lesiones rojizas, descamativas, con costras e intenso prurito. Las caras extensoras de las articulaciones, como los codos y las rodillas, la cara y el cuero cabelludo son los lugares más afectados. En algunos casos, las lesiones pueden ser muy extensas y ocupar buena parte de la superficie de la piel.
Curiosamente, el área cubierta por los pañales suele ser ahorrada. En la fase más aguda de las lesiones pueden haber vesículas (pequeñas burbujas) y eliminación de material purulento.
En la fase pre-puberal, además del enrojecimiento y de la picazón intensa, es también muy común un espesamiento de la piel en forma de placas ásperas en las caras flexoras de las articulaciones, como la fosa cubital (fosa del codo) y fosa poplítea (fosa del pliegue) rodilla). Cuello, puños y tobillos también son frecuentemente afectados. En esta fase, la piel se presenta bastante reseca y son comunes las heridas provocadas por el acto de rascar.
3- En la fase adulta, las lesiones de la dermatitis atópica tienden a ser bien espesadas y pruriginosas. El eczema puede quedar restringido a las manos ya los pies, pero el cuello, la fosa cubital y la fosa poplítea también son frecuentes frecuentemente afectadas. El resecamiento difuso de la piel es otra señal bastante común.
Generalmente, el eczema atópico es un cuadro inflamatorio de la piel que va y vuelve, pudiendo haber intervalos de meses o años entre una crisis y otra.
El eczema puede provocar una picadura intensa, y el acto de rascar la lesión puede dejarla aún irritada y pruriginosa. El picor puede conducir a lesiones en la piel por el clavo, lo que facilita la invasión y la contaminación de las heridas por bacterias, especialmente Staphylococcus aureus.
La dermatitis atópica no es una enfermedad contagiosa. Se pueden tocar las lesiones a voluntad que no hay riesgo de transmisión.
El objetivo del tratamiento de la dermatitis atópica tiene como objetivo el control de la picazón, la reducción de la inflamación de la piel y la prevención de las recurrencias.
Uno de los primeros pasos en el control del eczema atópico es eliminar factores que favorecen el agravamiento de las lesiones, tales como:
- Calor, sudor o ambientes secos.
- Estrés o ansiedad.
- Cambios bruscos de temperatura.
- Exposición a ciertos productos químicos o soluciones de limpieza, incluyendo jabones y detergentes, perfumes, cosméticos, cloro de la piscina, ropa de lana o fibras sintéticas, polvo, arena o humo de cigarrillo.
La hidratación de la piel es otra medida necesaria para aliviar el eczema. Las hidratantes pobres en agua, como Eucerin, Cetaphil y Nutraderm, deben usarse diariamente después del baño. Vaselina es otra opción válida.
El uso tópico de cremas que contienen corticoides es muy útil para reducir la irritación de la piel. El uso de corticoides tópicos, sin embargo, debe quedar restringido a las fases agudas y durar pocos días para evitar efectos colaterales. Cuando el tratamiento con cremas es necesario por más de 3 semanas, lo ideal es evitar los corticoides y usar productos a base de tacrolimos o pimecrolimos (lea: CORTICOIDES | Efectos colaterales).
En los casos de eczemas graves y de difícil control, el uso de corticoides por vía oral puede ser indicado por algunos días.
La fototerapia, tratamiento con rayos ultravioleta, es bastante eficaz en el control del eccema. Sin embargo, se trata de un tratamiento caro, que aumenta el riesgo de cáncer de piel y provoca envejecimiento precoz, por lo que suele quedar restringido sólo a los casos graves y de difícil control.
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