EPILEPSIA Y CRISIS CONVULSIVA - Síntomas y Tratamiento

EPILEPSIA Y CRISIS CONVULSIVA - Síntomas y Tratamiento

Nuestro cerebro contiene miles de millones de neuronas que se comunican y ejercen sus funciones a través de la generación constante de impulsos eléctricos.

La crisis convulsiva, o crisis epiléptica, surge cuando hay un disturbio en la generación de estos impulsos eléctricos cerebrales, normalmente causada por una temporal actividad eléctrica que es desorganizada, excesiva y repetida.

Si este trastorno eléctrico se restringe a un solo grupo de neuronas, el paciente presentará una crisis convulsiva parcial (crisis epilépticas parcial). Si estos impulsos anómalos se extienden, alcanzando los dos hemisferios cerebrales, tendremos entonces una crisis convulsiva generalizada.

Crisis convulsiva x epilepsia

Demos el nombre de epilepsia cuando el paciente presenta más de un episodio de crisis convulsivas parcial o generalizada, sin que se identifique una causa obvia y reversible, como drogas, fiebre o alteraciones metabólicas. Por ejemplo, una persona que consumió bebidas alcohólicas en exceso y presenta un cuadro de crisis convulsivas no se considera epiléptica. De la misma manera, un diabético en uso de insulina que presenta un cuadro de hipoglucemia grave y, por eso, desarrolla un cuadro de crisis epiléticas, tampoco lo es.

Epilético es aquel paciente que presenta alguna alteración cerebral que lo predispone a desarrollar periódicamente crisis convulsivas, sin que haya alguna agresión al cerebro para desencadenarla.

Por lo tanto, no toda crisis convulsiva es causada por un cuadro de epilepsia. Podemos citar algunas enfermedades y alteraciones que pueden provocar crisis convulsivas sin que esto se caracterice como un cuadro de epilepsia:

  • La meningitis.
  • Fiebre.
  • Los fármacos.
  • La hipoglucemia.
  • Anóxia (falta de oxígeno).
  • Trauma.
  • Deshidratación grave.
  • Insuficiencia renal avanzada.
  • Alteraciones hidreletrolíticas (cambios en los niveles de las sales minerales en la sangre, como el sodio, por ejemplo).

Sólo se considera portador de epilepsia el paciente que ya presentó más de un episodio de crisis convulsiva sin causa aparente.

Tipos de crisis convulsivas

Cuando hablamos en crisis convulsivas, convulsiones o ataques epilépticos, luego viene a nuestra cabeza aquella asustadora imagen de un paciente debatiendo todo, babeando, con los ojos revirados y con movimientos anárquicos de los miembros. En realidad, esto representa una crisis convulsiva generalizada, llamada crisis convulsiva tónico-clónica. Este sólo uno de los varios tipos de crisis convulsivas existentes.

Las crisis convulsivas (crisis epilépticas) se dividen en dos grupos: crisis convulsivas parcial y crisis convulsiva generalizada.

a) Crisis convulsiva parcial

La crisis epiléptica parcial es aquella que ocurre cuando los impulsos eléctricos anómalos quedan restringidos a apenas una región del cerebro.

Se llama sencilla convulsiones epilépticas parciales que se produce sin cambiar el paciente 's nivel de conciencia. Los síntomas pueden ser sutiles y dependen del área cerebral afectada. Algunos síntomas que pueden ocurrir en la crisis epiléptica parcial simple son:

  • Movimientos involuntarios de parte del cuerpo.
  • Alteraciones sensoriales como el paladar, la audición, la visión o el olfato.
  • Alucinaciones.
  • Cambios en el habla.
  • Mareos.
  • Sensación de estar fuera del cuerpo.

Muchas veces los síntomas de estas crisis parciales simples son tan sutiles que el diagnóstico es difícil de pensar, incluso para el paciente. A veces, se confunden con las enfermedades psiquiátricas.

En las crisis epilépticas parciales complejas, el cuadro clínico es más rico. A diferencia de las crisis parciales simples en las que el paciente tiene plena noción de lo que está ocurriendo, en las crisis complejas, el paciente no tiene la menor conciencia de lo que está haciendo. En general, una crisis parcial compleja es precedida por una crisis parcial simple, recibiendo éste el nombre de aura. Es una especie de advertencia que la convulsión está llegando.

En la crisis convulsiva parcial compleja, el paciente normalmente presenta comportamientos y movimientos repetidos, tipo besos, masticaciones, caminar en círculo, mirar fijo, quedarse tirando de la ropa, girar la cabeza hacia un lado y el otro, frotar las manos, etc., todo de modo inconsciente. A veces, el paciente es capaz de obedecer órdenes y consigue hablar, sin embargo, presenta un discurso incoherente.

La crisis convulsiva parcial compleja suele durar en promedio un minuto. Cuando la crisis termina, el paciente retoma la conciencia, pero suele estar muy confuso, sin saber lo que sucedió. Generalmente, lo último que recuerda es de la crisis parcial simple (aura) que precedió a la crisis compleja.

Las crisis parciales pueden anteceder una crisis epilética generalizada. En realidad, el paciente puede comenzar con una crisis parcial simple, evolucionar hacia una crisis parcial compleja y terminar con una crisis generalizada.

b) Crisis convulsiva generalizada

En la crisis convulsiva generalizada, los dos hemisferios del cerebro se ven afectados.

El tipo más conocido de crisis convulsivas, llamado también de ataque epiléptico o gran mal, es la crisis convulsiva tónico-clónica. Es el cuadro más espeluznante. El paciente súbitamente presenta una rigidez de los músculos e inmediatamente cae inconsciente. Se sigue, entonces, movimientos rítmicos y rápidos de los miembros. El paciente pierde control de los esfínteres, pudiendo orinar o evacuar. Es común salivar y morder la lengua durante la crisis, lo que puede provocar un espumamiento rojizo.

Las crisis tónico-clónicas duran entre 1 y 3 minutos. Al final, el paciente presenta cansancio extremo, somnolencia, confusión y amnesia, no recordando lo que ocurrió.

Otro tipo de crisis epilépticas generalizadas es la crisis convulsiva atónica. Esta forma se manifiesta como una súbita pérdida del tono muscular, haciendo que la persona caiga. Es muy corta, dura menos de 15 segundos, sin embargo, debido a las caídas, suele causar traumatismo serios.

Crisis de ausencia

Una de las manifestaciones posibles de la crisis epilética generalizada es la crisis de ausencia, también llamada de pequeño mal. En la crisis de ausencia, el paciente pierde contacto con el mundo externo y se queda parado con la mirada fija. Es posible que haya algunos automatismos, tipo intermitente de ojos repetidamente, como ocurre en la crisis parcial compleja. La diferencia es que la crisis de ausencia es más corta, dura unos 20 segundos, puede ocurrir decenas de veces a lo largo del día, y el paciente no presenta aura ni está confuso al final de la crisis. A veces, el individuo retoma la actividad que estaba haciendo como si nada hubiera ocurrido.

En las personas con epilepsia, que se repite destellos brillantes o hiperventilación (respiración rápida durante algún periodo de tiempo) puede desencadenar convulsiones generalizadas del tipo de ausencia. Este tipo de crisis es más común en la infancia y suele desaparecer después de la adolescencia.

c) El estado epiléptico

La mayoría de las crisis convulsivas son auto-limitadas y no necesitan tratamiento médico inmediato.

Llama estado epiléptico cuando la convulsión no dar, después de varios minutos o cuando el paciente ha repetido crisis de los marcos sin que haya habido tiempo para él para recuperar la conciencia entre los episodios.

En general, las crisis convulsivas que duran más de 5 minutos se consideran emergencias, pues ponen al cerebro en riesgo y deben ser tratadas con fármacos para abortarlas.

d) Convulsión febril

La convulsión febril ocurre normalmente en niños entre seis meses y seis años de edad (pico entre 1 año y 1 año y medio) que presentan cuadro febril por encima de 38ºC. A pesar de ser un cuadro espeluznante para los padres, es benigno y no causa lesión cerebral. Es común y ocurre en hasta un 5% de los niños.

Si el niño sólo tiene convulsiones cuando está febril, no se considera portadora de epilepsia.

Lo que desencadena la convulsión es la fiebre, independiente de su causa. La crisis puede ser parcial (más común) o compleja, incluso con crisis tónico-clónicas. La convulsión febril suele ser más larga que las crisis en las epilepsias. Pueden durar hasta 15 minutos. No se asuste si el niño presenta debilidad en uno de los miembros inmediatamente después del final de las crisis. Es temporal.

No sirve bañarse en agua fría o llenar al niño de antitérmicos. Esto no impide la aparición de las crisis. También no es necesario usar drogas antiepilépticas. El cuadro es benigno y los efectos colaterales no justifican su uso.

La convulsión febril no trae mayores complicaciones y desaparece con la edad. El ideal es siempre llevar al niño al pediatra después de la crisis para que pueda investigar el motivo de la fiebre y confirmar que se trata sólo de convulsión febril, y no de epilepsia.

¿Qué hacer cuando presenciar una crisis convulsiva?

En primer lugar, mantenga la calma. La inmensa mayoría de las crisis son autolimitadas y desaparecen espontáneamente.

Es importante saber que una crisis generalizada puede ser precedida por crisis parciales, por lo que si el paciente está de pie o sentado, lo ideal es dejarlo para evitar caídas. Aleja los objetos que puedan llegar a lastimar.

Si el paciente está teniendo una crisis convulsiva tónico-clónica, he aquí algunos consejos:

  • No intente inmovilizar a sus miembros. Deje que el paciente se debatir. Sólo trate de proteger la cabeza con un cojín
  • Si el paciente se ahoga con la propia lengua, NUNCA ponga la mano dentro de la boca para intentar ayudarle. Él puede de repente contraer la mandíbula, y usted puede perder los dedos con una violenta mordida. El simple acto de girar la cabeza hacia el lado es suficiente para que la lengua caiga y despeje las vías aéreas.
  • Girar la cabeza hacia el lado también impide que el paciente se ahogue en la propia saliva.
  • Si la crisis está durando más de 3-5 minutos, llame a algún servicio de socorro médico.
  • Después de la crisis, es normal que el paciente permanezca desacuerdo por algún tiempo. Colócalo de lado y déjalo dormir.
  • Nunca ofrezca nada para beber o comer inmediatamente después de la crisis. En esta fase el paciente puede no conseguir engullir derecho, sufriendo riesgo de aspirar el alimento o el líquido.


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