El mal aliento, también llamado halitosis, es un problema que atormenta a la humanidad desde hace milenios. Hay informes de tratamientos para el mal aliento desde hace tres mil años. Hasta en la Biblia, en el libro Génesis, hay mención de tratamientos para refrescar el aliento.
En este abordamos las siguientes cuestiones sobre mal aliento:
Es importante señalar que muchas personas que no tienen halitosis se preocupan exageradamente con su aliento, mientras que buena parte de las que realmente tienen mal aliento no sospechosa del hecho. Hasta el 25% de las personas que buscan atención médica quejándose de mal aliento, en realidad no lo tienen. Es muy difícil para el individuo notar si el propio mal aliento es crónico o aparece sólo puntualmente.
Existen más cuarenta causas diferentes para el mal aliento. Vamos a enfocar sólo en las más comunes.
Más del 80% de los casos de halitosis se originan en la boca. Son causados por la acción de la flora bacteriana natural de nuestra orofaringe sobre los alimentos que ingerimos. Poseemos más de 600 tipos de bacterias en nuestra cavidad oral, muchas de ellas capaces de producir gases con olor debido a la metabolización de materiales orgánicos, principalmente proteínas.
Dos puntos de la cavidad oral son críticos: los dientes y la región posterior de la lengua, donde frecuentemente ocurren la acumulación de bacterias. El olor de la halitosis proviene de la producción de gases por bacterias tras la metabolización de alimentos que quedan depositados en estas regiones.
Como es previsible, cuanto menor sea la higiene bucal, más bacterias existir, más detritos alimentarios permanecerán en la cavidad oral y más intenso será el mal aliento. Inflamaciones como gingivites y periodontitis, causadas por mala higiene oral, también favorecen la halitosis.
La saliva es un antiséptico bucal natural. Además de poseer sustancias antibacterianas, ayuda en el enjuague de la orofaringe, disminuyendo los residuos de bacterias y alimentos. Cuanto más reseca es la boca, peor es el aliento.
La saburra lingual, o lengua saburrosa, es otra causa común de mal aliento. Esta alteración se manifiesta como una placa blanquecina compuesta por bacterias y células descamadas que se adhieren a la lengua. La saburra suele surgir por falta de hidratación en la cavidad oral, generalmente por falta de saliva o por un deficiente cepillado de la lengua. Entre otros factores de riesgo para la saburra están el dormir de boca abierta, roncar, el uso de antisépticos bucales a base de alcohol y el uso de aparatos ortodónticos. Cepillar la lengua y beber bastante agua para mantener la boca siempre hidratada son simples modos de disminuir la incidencia de la saburra y, consecuentemente, del mal aliento.
En la boca, otro punto que puede dar origen al mal aliento son las amígdalas. Un mal aliento que surge súbitamente puede ser la primera señal de una faringitis o amigdalitis en desarrollo. Esto es particularmente real en los niños.
Los pacientes con amigdalitis de repetición suelen presentar pequeñas criptas en sus amígdalas, que favorecen la deposición de alimentos y de restos celulares, formando el cáseo (o caseum). De vez en cuando pequeñas "piedritas" extremadamente mal olorosas se sueltan de estas criptas llevando al paciente a imaginar que su aliento es tan mal como este olor. En realidad, no siempre el cáñamo amigdaliano es causa de mal aliento. El hecho de que la "piedrita" sea mal olorosa no significa que el aliento sea igual (lea: DOLOR DE GARGANTA - FARINGITA Y AMIGDALITE).
Otro sitio que puede ser la causa de la halitosis es la nariz, ocurriendo principalmente debido a cuadros de sinusitis. La existencia de goteo post-nasal puede llevar a la acumulación de sustancias mal olores en la base de la lengua (lea: SINUSITE | Síntomas y tratamiento).
Muy raramente, un tumor oculto de la orofaringe o laringe puede ser la causa del mal olor.
Un tipo de mal aliento extremadamente común y normalmente pasajero es el que ocurre al despertar. Dos hechos contribuyen a esta halitosis:
1. Muchas personas duermen de boca abierta, llevando a un resecamiento de la boca durante la noche que, como ya se ha explicado anteriormente, lleva al mal aliento.
2. Sin embargo, el factor más importante es otro. Durante el sueño, llegamos a quedarnos más de 10 horas en ayuno. El cuerpo necesita producir energía constantemente y en períodos de ayuno hay poca glucosa disponible como combustible. El organismo pasa entonces a quemar grasas para producir energía. La metabolización de grasas lleva a la producción de cuerpos cetónicos, sustancias con olor fuerte que son eliminadas por los pulmones. Observen que cada vez que estamos con mucha hambre, o en largos períodos de ayuno, quedamos con mal aliento. Afortunadamente éste es fácil de resolver; es sólo comer.
El hálito cetónico del ayuno es el mismo que ocurre en los pacientes con diabetes mal controlada (lea: DIAGNÓSTICO Y SINTOMAS DEL DIABETES MELLITUS para mayores explicaciones).
Otras enfermedades sistémicas que pueden causar mal aliento son la cirrosis (lea: CIRROSIS HEPÁTICA Síntomas y causas) y la insuficiencia renal avanzada. Esta última causa un aliento con olor a orina debido a la acumulación de urea y otras sustancias que no son debidamente eliminadas por los riñones (lea: INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA). Las infecciones en los pulmones también pueden causar la halitosis.
Se suele sobrevalorar el papel del estómago en la halitosis, sin embargo, raramente enfermedades de éste son causas del mal aliento. La excepción ocurre en pacientes con reflujo gastroesofágico que pueden, en algunos casos, presentar halitosis (lea: HELINA DE HIATO Y REFLUJO GASTROESOFÁGICO). Sin embargo, no se justifica una investigación del estómago si el paciente presenta mal aliento sin otros síntomas del reflujo.
Nuestros hábitos diarios también influencian en el aliento. El tabaquismo, el consumo regular de bebidas alcohólicas y el exceso de café son causas de mal aliento. También existe una relación aún poco entendida entre obesidad y halitosis.
Algunos alimentos como ajo y cebolla son capaces de causar mal aliento durante varias horas. En el caso del ajo, uno de los gases producidos por su digestión puede ser absorbido por la circulación sanguínea, siendo eliminado por los pulmones. Por eso, después de la ingestión de ajo, el aliento malo puede permanecer por horas incluso después del cepillado de los dientes.
Como la gran mayoría de los casos tienen origen en la boca, el dentista suele ser el mejor especialista para diagnosticar y tratar la halitosis. El otorrinolaringólogo puede ser el mejor médico en los casos de mal aliento originado en las amígdalas, faringe o nariz.
Algunos consejos pueden resolver, o al menos aliviar el problema:
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