Infección urinaria es cualquier cuadro infeccioso que afecta a una o más partes del tracto urinario, compuesto por los riñones, ureteres, vejiga y uretra.
Las infecciones urinarias bajas son aquellas que afectan la vejiga y / o la uretra. Las infecciones urinarias altas ocurren cuando hay compromiso de por lo menos uno de los riñones.
En este artículo vamos a enfocar sólo la infección de los riñones, es decir, la pielonefritis.
La pielonefritis es una infección bacteriana de uno o ambos riñones. La infección renal es un caso potencialmente grave, ya que estamos hablando de infección de un órgano vital. Es un cuadro que puede tener una gravedad similar a una neumonía.
Si no se trata a tiempo y correctamente, la pielonefritis puede llevar a la sepsis y la quiebra de múltiples órganos. Afortunadamente, la inmensa mayoría de los casos responde bien al arsenal de antibióticos disponible en el mercado. Los casos que evolucionan de forma negativa son aquellos que demoran para recibir tratamiento o cuando el paciente ya se encuentra muy debilitado por otras enfermedades.
La pielonefritis es una frecuente causa de formación de cicatrices en los riñones, pudiendo llevar a la pérdida parcial de la función renal, principalmente en los pacientes que tienen infecciones recurrentes.
La infección de los riñones ocurre de dos maneras. La principal vía es la ascendente, cuando las bacterias de la vejiga alcanzan los uréteres y logran subir hasta los riñones. Esto ocurre normalmente en las cistitis no tratadas o tratadas de forma inadecuada.
Menos frecuentemente, la colonización asintomática de la vejiga por bacterias también puede ser la fuente de una infección renal. En estos casos, el paciente tiene bacterias en su vejiga, pero no presenta síntomas, pues los gérmenes están sólo colonizándola, sin atacarla. Por lo tanto, no todas las personas reportan síntomas de cistitis antes de la aparición de la pielonefritis.
El segundo modo de infección del riñón es por la sangre, cuando una bacteria que está provocando infección en algún lugar del cuerpo viaja por el torrente sanguíneo y se aloja en el riñón. Esta vía es mucho menos frecuente que la vía ascendente.
Además de la cistitis, que es el principal factor de riesgo, existen otras situaciones que pueden aumentar el riesgo de infección de los riñones. Podemos citar el uso de catéteres vesicales, cirugías urológicas, cálculo renal, anormalidades anatómicas del tracto urinario y enfermedades de la próstata que causan obstrucción del flujo de la orina.
Los pacientes con sistema inmunológico débil, como en los casos de diabéticos, insuficientes renales, cirróticos, portadores del virus VIH o pacientes en uso de medicamentos inmunosupresores, presentan mayor riesgo de presentar una cistitis que evolucione a pielonefritis.
Los síntomas típicos de la pielonefritis son fiebre, dolor lumbar, náuseas, vómitos y caída del estado general. Pueden haber también síntomas de cistitis, como dolor al orinar y voluntad de ir al baño con frecuencia, incluso cuando la vejiga está vacía. Otra señal común es la presencia de sangre en la orina (hematuria), que se presenta normalmente como una orina color de Coca-Cola.
La pielonefritis se divide clínicamente en 3 categorías:
Ocurre normalmente en mujeres jóvenes, sin antecedentes de enfermedades o alteraciones en la anatomía del sistema urinario.
El cuadro clínico es de fiebre alta, escalofríos, náuseas, vómitos y dolor lumbar. Los síntomas de cistitis, como ardor al orinar, pueden o no estar presentes.
Así como en la cistitis, las principales bacterias causantes de pielonefritis es Escherichia coli (es decir: la bacteria Escherichia coli | E.coli).
Sólo hay necesidad de internación en casos más graves. Si el paciente tiene buen estado general y es capaz de tomar antibióticos por vía oral, el tratamiento se puede hacer en casa.
La pielonefritis complicada es aquella que evoluciona con absceso dentro o alrededor de los riñones, necrosis de la papila renal o producción de gases dentro del riñón, un cuadro llamado pielonefritis enfisematosa.
La pielonefritis complicada normalmente ocurre en personas con obstrucción del tracto urinario, bacterias resistentes a los antibióticos o en diabéticos.
El cuadro clínico es igual al de la pielonefritis no complicada, pero presenta poca respuesta a los antibióticos. El paciente puede presentar una respuesta sólo parcial, con una pequeña mejora del cuadro, pero con fatiga, malestar, falta de apetito y náuseas que persisten por varios días.
Una pielonefritis que no mejora completamente después de la antibioticoterapia apropiada debe ser estudiada con exámenes de imágenes, como tomografía computarizada y ultrasonido (ecografía), para investigación de anormalidades que puedan estar perpetuando la infección.
La pielonefritis crónica es un cuadro de infección urinaria recurrente, habitualmente asociada a malformaciones urinarias, obstrucciones por cálculo renal o reflujo vesico-ureteral (reflujo de la orina de la vejiga de nuevo al uréter y riñones). Suele llevar a la cicatrización del riñón ya la insuficiencia renal crónica, principalmente en niños con reflujo urinario.
Como ya se ha indicado, si la pielonefritis no se trata correctamente con antibióticos, existe un gran riesgo de evolución para la sepsis grave. Las bacterias presentes en los riñones logran fácilmente alcanzar el flujo sanguíneo, esparciéndose por todo el organismo, pudiendo llevar a la quiebra de múltiples órganos.
Otro problema de la pielonefritis, principalmente si es recurrente, es la lesión permanente del riñón. Los pacientes con pielonefritis crónica pueden evolucionar con insuficiencia renal terminal y necesitar hemodiálisis.
El diagnóstico de la infección renal se suele hacer sólo con los síntomas clínicos. Los exámenes de laboratorio ayudan a confirmar el diagnóstico. El hemograma típicamente presenta una elevación del recuento de leucocitos y la PCR se encuentra elevada. En el examen de orina son comunes los hallazgos de pus (leucocitos en la orina) y sangre (hematíes en la orina).
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La urocultura debe ser siempre solicitada, pues ella es capaz de identificar la bacteria que está provocando la pielonefritis, ayudando en la elección de antibióticos adecuados. Sin embargo, como la urocultura tarda al menos 48 horas para estar lista, no debemos esperar su resultado para comenzar el tratamiento con antibióticos. Después del resultado salir, el médico decide si mantiene el esquema antibiótico inicial o cambia a un más efectivo.
En general, el tratamiento de la pielonefritis se realiza de forma intrahospitalaria con antibióticos intravenosos. Si el paciente tiene buena salud y aún está con buen estado general, puede recibir la primera dosis por vía intravenosa y luego completar el resto del tratamiento en casa con antibióticos por vía oral. En la mayoría de los casos, sin embargo, el paciente se encuentra bien debilitado y dos o tres días de internación acaban siendo necesarios para controlar la infección.
En los pacientes con pielonefritis crónica, la evaluación del urólogo es necesaria. Muchas veces, el paciente necesita ser sometido a una cirugía para la corrección de anormalidades anatómicas del sistema urinario que estén perpetuando una infección de los riñones.
La pielonefritis no es una enfermedad contagiosa, por lo que no hay riesgo de contaminación de familiares o personas cercanas.
La pielonefritis siempre debe tratarse con antibióticos. Los medicamentos denominados "naturales" pueden proporcionar alivio temporal, pero sólo postergan el tratamiento correcto de la infección, acarreando en riesgos para el paciente.
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