MEJORES REMEDIOS PARA DIFERENTES TIPOS DE DOLOR

MEJORES REMEDIOS PARA DIFERENTES TIPOS DE DOLOR

El dolor es un síntoma tan común, que es la principal queja que lleva a los pacientes a buscar atención médica. En los casos más intensos y crónicos, es también una frecuente causa de debilitación e incluso incapacitación.

Hay decenas de situaciones en nuestro organismo que pueden causar dolor, entre ellas, podemos citar: lesiones traumáticas, inflamaciones, infecciones, distensión de órganos huecos, lesión de nervios e incluso dolor de origen psicogénico.

Cada dolor tiene sus propias características, lo que hace que el tratamiento no sea necesariamente el mismo para todos los tipos. Un dolor de cabeza no se trata de la misma forma que un dolor de garganta, así como un dolor por neuropatía diabética tiene un tratamiento distinto al de un dolor de cólico menstrual.

En este artículo vamos a explicar cuáles son los diferentes tipos de dolor y cuáles son los medicamentos más indicados para cada uno de ellos.

¿Qué es el dolor?

El dolor es un síntoma que nos acompaña desde los primeros momentos de nuestra existencia. Ella está tan presente en nuestras vidas, que ninguno de nosotros tiene dificultad para reconocer lo que es un dolor. Sin embargo, si reconocer un dolor es fácil, reproducir su significado en palabras ya no es una tarea tan simple.

Una definición de dolor generalmente aceptada es la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, que dice, en una traducción libre: el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable que se desencadena por un daño real o potencial de cualquier tejido o por alguna situación que sea interpretada como daño tisular.

De forma más simple, podemos decir que el dolor surge cuando hay una lesión de algún tejido (un trauma, por ejemplo), cuando hay algún estímulo que pueda venir a causar daño tisular si no se interrumpe (como cuando tenemos incómodo después de quedarnos en una la misma posición durante mucho tiempo) o cuando algún estímulo no necesariamente dañino es interpretado como tal (como en la jaqueca, que es un dolor de cabeza que surge sin que haya ninguna lesión en la cabeza).

Tipos de dolor

Los tipos de dolor suelen clasificarse de acuerdo con sus dos principales características: duración y origen.

Clasificación de acuerdo con la duración del dolor

El dolor puede ser clasificado como agudo o crónico.

Llamamos dolor agudo a la de corta o media duración, que persiste mientras no haya cura de la lesión o mientras el agente agresor no sea eliminado. El dolor agudo puede durar de pocas horas hasta varias semanas.

Algunos ejemplos de dolor agudo son:

  • Entrega.
  • Después de la operación.
  • Trauma.
  • Dolor de garganta provocado por una infección.
  • Dolor de dientes provocado por alguna inflamación.
  • Quemaduras.

El dolor crónico, también llamado de dolor persistente, es aquella que se prolonga por más tiempo de lo necesario para que una lesión tisular se cure. El dolor crónico suele durar semanas, meses o incluso años.

Algunos ejemplos son:

  • Neuropatía diabética.
  • Neuralgia post-herpética (lea: HERPES ZOSTER - Síntomas y Tratamiento).
  • Migraña (lea: PRINCIPALES CAUSAS DE DOLOR DE CABEZA).
  • Hernia de disco (lea: HELINA DE DISCO - Síntomas y Tratamiento).
  • Osteoartrosis (lea: TRATAMIENTO DE ARTROSIS - OSTEOARTRITE).

Clasificación de acuerdo con el origen del dolor

El dolor también puede ser clasificado de acuerdo con su origen fisiopatológico. En este caso, puede dividirse de tres maneras:

1- Dolor nociceptivo

Un nociceptor es una fibra nerviosa especializada en sentir estímulos nocivos o estímulos que pueden llegar a ser nocivos si se prolonga. El dolor nociceptivo es aquel que surge cuando hay realmente alguna lesión en tejidos u órganos.

Los nociceptores consiguen distiguir tres categorías de daño tisular: térmico (como quemaduras por calor o frío), mecánico (como impactos, cortes, laceraciones o aplastamiento) o químico (como lesión por sustancias abrasivas o cuando hay contacto de alcohol con piel herida).

El dolor nociceptivo también puede ser dividido en visceral, somática profunda o somática superficial:

El dolor visceral es aquella que ocurre por daño en las estructuras viscerales, o sea, en los órganos internos. Las situaciones que habitualmente provocan dolor visceral son la distensión o contracción, la isquemia (falta de aporte sanguíneo adecuado) o inflamación. El dolor visceral suele ser difuso y mal localizado, por lo que una lesión en el corazón puede ser sentida en el brazo o una lesión en el estómago puede presentarse como dolor en toda la barriga. El dolor visceral suele acompañarse de malestar, náuseas y vómitos.

El dolor somático profundo es aquella iniciada por la estimulación de los nociceptores presentes en estructuras más profundas que la piel, como ligamentos, tendones, huesos y músculos. También es difusa alrededor de la región acometida, pero un poco más bien localizada que el dolor visceral.

El dolor somático superficial es aquel que surge por activación de nociceptores en la piel. Este tipo está bien localizado y fácil de definir.

2- Dolor neuropático

El dolor neuropático es provocado por una activación anormal del sistema nervioso central o periférico. No hay necesariamente una lesión de un tejido u órgano, sino una lesión o disfunción de los nervios responsables de la identificación del dolor. Este es el tipo que surge en pacientes con neuropatía diabética, herpes zóster, hernia de disco o lesiones del nervio trigémino.

Sólo como curiosidad, los pacientes amputados pueden sentir dolor en el miembro que ya no existe. El paciente puede no tener una pierna, pero por una activación inapropiada de ciertas fibras nerviosas, puede sentir dolor en el pie izquierdo, a pesar de que ya ha sido amputado desde hace mucho tiempo. Este dolor se llama miembro fantasma, que es también un tipo de dolor neuropático.

3- dolor psicogénico:

Es el dolor de origen emocional, que a pesar de no tener origen en ningún daño tisular o problema del sistema nervioso, puede ser incapacitante y de difícil tratamiento.

Medicamentos más utilizados para tratar el dolor

Existen decenas de medicamentos diferentes que pueden utilizarse para tratar cuadros de dolor agudo o crónico, que van desde analgésicos simples y anti-inflamatorios hasta medicamentos que actúan en el sistema nervioso central, con antidepresivos o anticonvulsivantes.

A continuación, vamos a mostrar las principales clases farmacológicas que pueden ser utilizadas en el tratamiento de los diferentes tipos de dolor.

1- Analgésicos no opioides

Los analgésicos no opioides, también llamados analgésicos comunes, suelen ser la primera línea de lucha contra el dolor leve a moderado de origen somático. Son medicamentos, que se administran a las dosis recomendadas, tienen muy pocos efectos colaterales. Por otro lado, son también fármacos con potencial analgésico limitado y no tienen acción inflamatoria.

Los dos analgésicos no opioides presentes en el mercado son el paracetamol y la dipirona (metamizol). Como ambos también tienen acción antipirética, son muy utilizados en los casos en que el paciente tiene dolor y fiebre, como en las gripes y en los resfriados (lea: DIFERENCIAS ENTRE GRIPE Y RESFRIADO).

Situaciones en las que la dipirona y el paracetamol pueden indicarse:

  • Dolor de diente sin inflamación relevante.
  • Dolor muscular.
  • Cólicos menstruales (dipirona funciona mejor que paracetamol en este caso).
  • Dolor de cabeza.
  • Dolor de garganta sin inflamación relevante.
  • Cuadro de dolor asociado a la fiebre.

Aunque los analgésicos no opioides son poco eficaces contra cuadros de dolor intenso, cuando se administran por separado, pueden ser utilizados como terapia adyuvante, para aumentar la acción analgésica de fármacos más potentes. No es raro encontrar remedios que asocian a dipirona o paracetamol a otros analgésicos más fuertes, como el tramadol, por ejemplo.

Los analgésicos comunes también se pueden utilizar como tratamiento adyuvante del dolor neuropático. Ellos solos, sin embargo, tienen poca eficacia en ese tipo.

Explicamos la dipirona y el paracetamol de forma más profunda en los siguientes artículos:

  • PARACETAMOL - Indicaciones, Efectos Colaterales y Dosis.
  • DIPIRONA - Indicaciones, Efectos Colaterales y Dosis.

2- Antiinflamatorios no esteroides (AINES)

Los antiinflamatorios también se indican para los dolores somáticos de leve a moderada intensidad. Sin embargo, esta clase es más eficaz en el tratamiento del dolor que los analgésicos comunes, principalmente si hay algún proceso anti-inflamatorio en su origen. Así como los analgésicos, los AINES también tienen acción antipirética.

A pesar de ser más fuertes que los analgésicos, principalmente en los dolores somáticos profundos, los AINES presentan un perfil de efectos colaterales peor y una lista de contraindicaciones más amplia.

Ejemplos de antiinflamatorios:

  • Diclofenaco.
  • El ibuprofeno.
  • Naproxeno.
  • Nimesulida.
  • Indometacina.
  • Ketoprofeno.
  • Ácido mefenámico.
  • Piroxicam.
  • Celecoxib.
  • AAS (ácido acetilsalicílico).

Entre las situaciones que los antiinflamatorios suelen estar indicados podemos citar:

  • Inflamaciones dentales.
  • Lesiones de tendones, ligamentos, articulaciones, huesos o músculos.
  • Enfermedades reumatológicas (lea: REUMATISMO - Qué es, Síntomas y Tratamiento).
  • Dolor de cabeza.
  • Colico renal.
  • Dolor de garganta con intensa inflamación (lea: REMEDIOS PARA DOLOR DE GARGANTA INFLAMADA).
  • Cólico menstrual (el ácido mefenámico es el mejor).
  • Cuadro de dolor asociado a la fiebre.

Los antiinflamatorios de acción tópica, tanto en gel, pomada o spray, tienen acción limitada, pero pueden ser una buena opción en los casos de dolores musculares o articulares agudos y de poca intensidad, pues provocan mucho menos efectos colaterales que los medicamentos por vía bucal.

Explicamos los anti-inflamatorios de forma más profunda en el siguiente artículo: ANTI-INFLAMATORIOS - Acción y Efectos Colaterales.

3- Antiespasmódicos

Los antiespasmódicos, según el propio nombre sugiere, son fármacos que actúan inhibiendo el espasmo muscular de algunos órganos huecos, tales como intestinos, estómago, ureteres, vesícula biliar o útero. El espasmo, que es una contracción muscular intensa e involuntaria, se manifiesta habitualmente como un cuadro de dolor tipo cólico.

Los antiespasmódicos son, por lo tanto, un grupo de medicamentos que pueden utilizarse para el tratamiento del cólico, que es una forma de dolor nociceptiva de origen visceral. Los antiespasmódicos no sirven para el tratamiento del dolor somático o de cualquier otro dolor visceral, que no sea del tipo cólico.

Ejemplos de fármacos con acción antiespasmódica:

  • Butilescopolamina (más conocido como Buscopan).
  • Papaverina (más conocido como Atroveran).
  • Pinaverio (más conocido como Dicetel).

Entre los cuadros de dolor que pueden ser tratados antiespasmódicos podemos citar:

  • Cólicos intestinales.
  • Cólicos menstruales - Lea: CÓLICA MENSUAL - Síntomas, Causas y Tratamiento.
  • Síndrome del intestino irritable - Lea: SÍNDROME DEL INTESTINO IRRITABLE.
  • Cólico renal - Lea: CÁLCULO RENAL - PIEDRA NOS RINS.
  • Cólico biliar - Lea: PIEDRA EN LA VESÍCULA - Síntomas, Causas y Cirugía.

Explicamos la acción de la butilescopolamina (Buscopan) con más detalles en el siguiente artículo: BUSCOPAN - Indicaciones, Cómo tomar y Efectos Colaterales.

4- Analgésicos opioides

Los opioides, o opiáceos, son fármacos con potente acción analgésica, que actúan en receptores del sistema nervioso central, impidiendo que los estímulos dolorosos captados por los nervios sean reconocidos por el cerebro. Los opioides reciben ese nombre por ser derivado del opio, sustancia extraída de las amapolas (el mismo que da origen al narcótico heroína).

Entre los medicamentos que pertenecen a la clase de los analgésicos opioides podemos citar:

  • La morfina.
  • La codeína.
  • Meperidina.
  • Fentanilo.
  • Oxicodona.
  • Propoxifeno.
  • Hidrocodona.
  • Tramadol.

Los opioides suelen quedar reservados a los cuadros de dolor intenso, que no responden a otros medicamentos o en los pacientes con dolor de origen oncológico. Grandes quemados, politraumatizados, crisis de dolor ciática o intenso dolor en el postoperatorio son algunas de las indicaciones para el uso de opiodes.

Entre los efectos colaterales más comunes de los opioides están la sedación, náuseas, vómitos, retención urinaria, constipación intestinal y depresión respiratoria.

A pesar de ser una clase de analgésicos eficaz contra todos los tipos de dolor (somática, visceral o neuropática), su uso prolongado debe ser evitado, pues además de causar dependencia, el paciente puede desarrollar tolerancia, precisando de dosis cada vez más altas con el paso con el tiempo. El uso de opioides durante más de 30 días debe evitarse, a no ser en situaciones específicas, como en pacientes con cáncer.

De entre todas las opciones de analgésicos opioides, el tramadol es aquel que tiene menor riesgo de dependencia y un perfil de efectos colaterales más benigno.

5- Anticonvulsivantes

Los medicamentos utilizados en el tratamiento de la epilepsia se pueden utilizar para tratar el dolor neuropático, principalmente las provocadas por las siguientes enfermedades:

  • Neuropatía post-herpética.
  • Neuropatía diabética.
  • Neuropatía del trigémino.
  • Dolor neuropático asociado a la lesión de la médula espinal, como hernia de disco o ciatalgia (lea: DOLOR EN EL NERVO CIÁTICO - DOLOR CIÁTICA).
  • Fibromialgia (lea: FIBROMIALGIA - Causas, Síntomas y Tratamiento).

Entre los anticonvulsivos usados ​​en el tratamiento del dolor neuropático, tres se destacan: gabapentina, pregabalina y carbamazepina.

6- Antidepresivos

Los antidepresivos, principalmente aquellos de la familia de los antidepresivos tricíclicos (imipramina, nortriptilina y amitriptilina) y los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina y de la noradrenalina (venlafaxina y duloxetina), también pueden utilizarse en el tratamiento del dolor neuropático, teniendo el paciente depresión o no .

Los antidepresivos son eficaces contra el dolor de origen psicogénico.

La duloxetina, específicamente, también parece ser eficaz como tratamiento adyuvante del dolor lumbar crónico y de la osteoartritis.


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